Lo bueno de la vida, es no saber lo que Dios nos va deparar mañana. Mí vida comienza el 09 de mayo de 1952, a las 02.30 hs de la madrugada aproximadamente, en la calle Larraya 2552 del barrio de Mataderos en la Capital Federal, de la Republica Argentina, donde viví hasta los 9 años, acompañado por mis, padres, hermanas, abuelos maternos, tíos y primos, pues la casa era muy grande y había lugar para todos. Me crié en un hogar humilde, donde no abundaban los lujos, pero si el amor incondicional de mis padres hacia todos nosotros, el cual desbordaba, los limites de mí hogar, trascendiendo fuera de éste, a seres que necesitaban ayuda. Criándonos tanto mis hermanas, como a mí, en un ambiente de paz, armonía, amor, respeto, comprensión y ayuda entre nosotros y hacia los demás, conceptos transmitidos y practicados por ellos, hasta el último día de su existencia en la tierra. Dentro de ese ambiente, fuimos viendo la vida desde el concepto de la solidaridad, la comprensión y amor hacia otros seres, razón por la cual cada uno de los hermanos, tratamos de encontrar ya de grandes, el camino más a fin que nos identificara, con las enseñanzas impartidas desde de nuestro hogar, por el cual agradezco a Dios haberme enviado a él. Mí vida se desarrolló como una persona común, pero con los valores enseñados por mis padres. Me case y tuve con mí esposa 6 hijos, a los cuales se los crió dentro de los mismos conceptos en los que ambos, tanto ella como yo fuimos criados, y hoy son seres extremadamente sanos, los cuales estudian, trabajan, y brindan su servicios como catequistas en la comunidad Católica de San Vicente de Paul de la CABA, teniendo todos algún grado de Reiki, y Carlos Gabriel el más joven de mis hijos, obtuvo el grado de Maestro Tradicional y Tibetano a los 14 años en febrero del 2010, en el medano más alto frente al mar al amanecer, en Nueva Atlantis.
Corría el año 1981, cuando me encontraba trabajando como Apoderado General de Despachante de Aduana, sin tener ninguna noción de la existencia del Reiki o de la transmisión de energía, puesto que los estudios realizados eran sobre importación, exportación y las leyes que lo regulan, estando mi vida muy lejos de los conocimientos sobre ese tema. Cierto día pude observar llegado a mi hogar que un hermoso rosal al cual yo apreciaba, luego de ser transplantado y haber echado raíces en el lugar, había sido movido en su base por uno de los integrantes de la casa, comenzándose paulatinamente a secar. Ante tal circunstancia, impulsado por no sé qué, al llegar de mi trabajo a la noche me acercaba a él, lo rodeaba con mis manos al mismo tiempo que le hablaba. Mi esposa desde la ventana de la habitación me observaba extrañada por lo que yo estaba realizando, haciéndome señas con su mano como si yo estuviera demente. Al cabo de unos días, dejaron de caerse sus hojas, al mismo tiempo que yo abandonaba el hábito de estar todos los días realizando esa tarea. Cuando mi esposa me preguntaba qué era lo que estaba haciendo, yo le respondía: “No sé, es algo que me lo marca mi interior. Siento que acercándole mis manos, dándole amor y hablándole lo estoy ayudando”. Sin saber que años más tarde el Reiki iba a llegar a mi vida. Es el día de hoy que todavía no sé cuál fue la causa de que ese rosal no muriera, si fue por la propia naturaleza que sabe cómo hace las cosas, lo desconozco, pero hoy sabiendo lo que es la energía, creo que un poquito la ayudé. Debo aclarar que nada sabía de esto, ni cómo se transmitía y, aún no sé por qué razón lo hice, por eso considero de lo más profundo del corazón que el Reiki llame como se llame nace con nosotros, es algo innato que Dios nos pone a nuestro servicio, el cual se despierta en el momento justo de nuestra existencia si estamos preparado para ello. No volví a tomar contacto, con nada que se le parezca hasta que….
Corría el año 1987, mí padre debido a una enfermedad, la cual la medicina diagnosticó como Anemia Refractaria Irreversible, padeciendo mensualmente, la baja de hematocritos y las consecuentes transfusiones, pues la escasez de los mismos en el organismo le causaba fatiga, por la falta de oxigeno elemento vital que ellos toman con cada inhalación y luego transportan a las células, siendo tratado, durante dos años o más, con corticoides y otras medicaciones, sin resultados positivos, al contrario el proceso de la enfermedad era lento y progresivo, llevándolo para fines de 1989 a dos transfusiones por mes, pues su vida dependía de ello. Ya para diciembre de ese año, mí padre empeoró, por tal motivo, somos convocados por la doctora que tenía a cargo el caso, para informarnos de su estado. A dicha convocatoria acudimos mi hermana María Cristina y yo, puesto que mi otra hermana Lidia por domiciliarse a varios kilómetros de la Capital no pudo asistir a esa reunión. Esa mañana del mes de diciembre de 1989, cargados de ansiedad y miedos, nos presentamos en el hospital, la doctora no sabía como comenzar a hablarnos, pues ella le había tomado aprecio a mí padre, pues éste era un ser muy especial, sus ojos verdes llevaban paz en su mirada, dulce y educado al hablar, siempre aun en sus peores momentos dispuesto a ayudar al necesitado, al igual que mi madre trasmitía amor en su palabra y en sus caricias. Él con solo sexto grado era un ser de una extremada inteligencia, sabiduría, conocimientos y sobre todo un gran poeta. En su dialogo la doctora nos informa, que mí padre se encontraba muy mal, y ya no se podía hacer nada más, que se habían agotado todos los medios que tenían a su alcance, para ayudarlo, pero la enfermedad no se podía detener y las venas no iban a soportar más transfusiones, calculado que podía vivir dos meses, no mucho más. Ante esos dichos, a mi hermana y a mí se nos llenaron los ojos de lágrimas, retirándonos del consultorio con un inmenso dolor en nuestras almas. En los pasillos del hospital, mi hermana se detuvo y me dijo con un gran convencimiento en su interior “ Papá no se va a morir, algo voy a hacer, algo voy a encontrar, yo en la semana te llamo “, Pasado cuatro días, ella se comunica conmigo informándome, que a través de una amiga, había conseguido la dirección de unos médicos filipinos, los cuales se encontraban para esos tiempos trabajando en Buenos Aires y de los cuales le habían dado muy buenas referencias. Al día siguiente mi hermana y su amiga Marta, pasaron a buscar a mí padre por su domicilio, para trasladarlo al centro de la Capital, donde dichos médicos tenían su consultorio, llegado al lugar cuenta mi hermana, que son atendidos por una persona, la cual los envía a una sala que contaba con gran cantidad de camillas, casi todas ocupadas, menos una, a la cual es enviado mi padre, y para la gran sorpresa de él, mi hermana y su amiga, en la cabecera de la misma pegada sobre la pared, se encontraba una gran imagen del Sagrado Corazón de Jesús, del cual él siempre fue devoto, y al verlo expresó “ si él está acá, como no me voy a sanar “ poniendo sobre su enfermedad, su gran fe en el Maestro Jesús. Luego de un rato de espera en el lugar, son llamados, por el médico filipino para ser atendidos. Ya en el interior del consultorio, mi hermana le informa sobre el diagnostico dado y el tratamiento que se estaba llevado a cabo por los médicos. Enterado de esto el médico hizo recostar a mi padre boca abajo, y marcó con su uña una cruz en la parte baja de su columna vertebral, coló sobre dicha cruz, un pequeño objeto que le pareció ser una monada, luego tomó un recipiente de vidrio, el cual calentó con un hisopo a modo de ventosa, colocándolo rodeando la moneda, a los pocos segundos comenzó a salir de su piel, en el lugar donde había colocado dicha ventosa y ascender por la misma llenándola, un liquido cristalino gelatinoso, al retirar dicho elemento el médico filipino, dijo a mi hermana, la cual presenció en su totalidad el trabajo junto a su amiga, sin apartarse ni un solo segundo de lugar, “ éste es el mal que tiene su padre “ dándole las siguientes directivas, ambas deben frotar la espada de su padre de abajo hacia arriba y descalzas, durante 15 minutos, por lo menos 15 días seguidos, y cada vez que concluían dicho masaje realizado con aceite de coco por ellos provisto, debían abrazar los dos primeros árboles que se encontraban, más cercanos al frente del domicilio de mí padre, a demás le dijo a través del traductor “ si los árboles viven su padre muere, si los árboles mueren su padre vive “ dándole a demás agua energizada por ellos, para que tome, diciéndole al mismo tiempo, que ellos volverían en tres meses, o sea para marzo de 1990, fecha en la cual debería llevarlo nuevamente, ante esto mi hermana le respondió que de acuerdo al estado informado por los médicos días antes, no creía que llegara con vida a esa fecha, respondiendo el médico filipino que sí llegaría, y que ellos a su regreso al país la llamarían. A la llegada al domicilio de mi padre, mi hermana y su amiga cuentan, lo ocurrido, de lo cual, no creí en lo más mínimo, que lo que le habían hecho podía detener dicha enfermedad, pues solo se observaba un simple y pequeño apósito en la base de la columna. Mi hermana, su amiga y mi padre con su inquebrantable Fe comenzaron a trabajar y para mí sorpresa, pues nunca creí en esas cosas, para la de mi familia y médicos, mi padre comienza a recuperarse, no teniendo que darle a partir de ese momento ninguna transfusión más. Mientra esperaba la vuelta de los médicos filipinos, mi padre siguió con los controles, viendo la doctora que lo estaba tratando que sus hematocritos no bajaban sino por el contrario subían y debido a esta cambio radical que había tenido y que nunca supieron porque fue, los médicos le decían que era “el milagro viviente “ pues era difícil y aun ahora es difícil explicar lo que sucedió, pero sucedió. En marzo de 1990 vuelven al país los médicos filipinos, llamando a mi hermana, como le habían prometido, para que lleve a mi padre, para concluir su tarea. Llevado por mi hermana nuevamente, realizan la misma tarea que habían efectuado tres meses antes, pero ésta vez en tres partes de la columna vertebral, esto se llevo a cabo durante cinco días seguidos y presenciando ella el trabajo realizado con un total asombro, saliendo el mismo líquido gelatinoso, y al quinto día al salir el primer hilo de sangre el médico filipino dio por terminada su tarea. Mi padre siguió con sus controles cada tres meses, no volviendo a bajar sus hematocritos, ni a recibir más trasfusiones, hasta el día de su deceso el 05 de enero del 2001, el cual se produjo debido a un paro cardíaco después de sufrir durante un año y medio la desaparición de mi madre que falleció el 18 de julio de 1999, a la cual amaba con toda su alma, y no veía la hora de partir. Pero no fue solamente eso lo que llamó poderosamente mi atención, e inclinó la balaza de mí vida, pues lo ocurrido podríamos atribuírselo a muchas cosas, inclusive la Fe de mi padre o su deseos inmensos de vivir, aunque eso ayuda mucho pero no es todo, pero lo que atrapó mi atención fue que la primavera de 1990 ninguno de los dos paraísos que se encontraban próximo al domicilio de mi padre brotaron, secándose y siendo retirados por la municipalidad varios años después y mi padre viviendo 11 años más.
En mi mente racional no podía incorporar lo ocurrido y sembró en mí espíritu el deseo de investigar, para ver como se podían lograr esas cosas, que había detrás de todo ello ¿pero donde comenzar la búsqueda y cual era el camino a seguir? ¿que debía estudiar?, me encontraba totalmente desorientado, pero con muchas ganas de saber, y eso me impulsaba, y aun hoy me sigue impulsando hacia la investigación y la búsqueda de una verdad que creo que aun no está a nuestro alcance. Corría el mes de diciembre de 1991 ya pasado más de un año de lo ocurrido con mi padre, cuando mi hermana Lidia se comunica telefónicamente conmigo, informándome que en marzo del año siguiente, o esa 1992, se abría un curso de Licenciatura Parapsicología Humanista, el cual duraba 3 años, y contaba con 30 materias algunas de las cuales podían servirme para los fines de investigación que buscaba, pues pensaba y aún pienso, que hay algo más, que debemos saber para el bien común, lo cual no encontramos la forma todavía para manejarla con total conocimiento, pero sabemos que existe, y es buena, pues logra equilibrarnos y armonizarnos espiritual, emocional y energética-mente, donde cumple un papel fundamental la fuerza y el deseo de cada ser, sin lo cual es imposible, que se logre ese objetivo, llame como se llame en cada cultura, no es poca cosa. En marzo de 1992 comienzo mis estudios, los cuales terminé en diciembre de 1994 recibiéndome de Licenciado en Parapsicología Humanista, en busca de algo que podía ayudarme investigar, a poder encontrar alguna respuesta, algunos fenómenos aun inexplicables, para nuestra racional mente humana. Para el mes de junio del año 1992, soy llamado por mi otra hermana María Cristina, la cual estaba también al tanto de mí inquietud por investigar, nacida a partir de lo ocurrido con mí padre. En su llamado me comunicaba, que se encontraba en el país un doctor de apellido Slavin, el cual estaba radicado en el exterior, e iba a permanecer un corto tiempo en la Argentina enseñando una técnica la cual llamaba Pranoterapia que se utilizaba para armonizar energéticamente a las personas a través de la bioenergía, la cual entregábamos por medio de nuestras manos. Eso me llamó la atención y junto con mi hermana y mi sobrina hicimos el curso, mientras yo continuaba los otros estudios. Este método era muy interesante pues he visto cosas importantes ocurridas durante el curso del mismo, pero era muy complejo, y no lo puse en práctica hasta diciembre de 1993, cuando estaba a punto de recibirme de Profesor de Parapsicología Humanista, la vida me pone a prueba, cuando mi hijo Nicolás, de 9 años, contrae una enfermedad, la cual afectaba su cuero cabelludo, comenzando la misma a mediados del mes de setiembre de ese año, formando grandes llagas llenas de líquido, las cuales al liberarlo dejaban profundos orificios, arrastrando junto con la piel, el cabello comprometido por las mismas, Siendo tratado en primera instancia por nuestro médico de cabecera, desde su comienzo hasta los primeros días del mes de noviembre de ese año, no logrando detener el avance de dicha patología, sino por el contrario, aumentando su área de agresión. Ante esto nuestro médico, nos recomienda que acudamos a una consulta urgente con un dermatólogo pues no sabía como detenerlo ya, al menos con la medicación con la que él se manejaba. Recibida la noticia, concurrimos a un importante nosocomio privado de la Capital, del cual éramos socios, allí mi esposa toma contacto con dos dermatólogos, ambos toman el caso y comienzan a tratarlo, con champoo y medicación oral, para los primeros días del mes de diciembre dicha patología seguía haciendo estragos en el cuero cabelludo de Nicolás, el cual ya había dejado de ir a la escuela desde mediados de octubre, momento desde el cual utilizaba una gorrita, para evitar que se vea su cabeza. Al no encontrar la causa de dicha enfermedad, la cual no podían detener, los dos profesionales, le informan a mí esposa que debían realizárle una biopsia, para determinar la causa de dicha patología, la cual no respondía a la medicación, al mismo tiempo le informaron que en la zona afectada, la cual ya tomaba una cuarta parte aproximadamente de su cuero cabelludo, no le iba a volver a crecer el cabello, pues la enfermedad ya había matado el bulbo piloso, por la profundidad de la heridas que dejaban las ampollas. Sabiendo esto, volvimos ese mismo día a consultar al médico de la familia, para ver su opinión al respecto, confirmando los dichos de los dos especialistas, que el cabello no le iba a volver a crecer en la zona afectada que ya era mucha. Nicolás el cual es un ser muy sensible, recibe la noticia con angustia y pude verlo en un rincón del fondo de nuestro hogar, con su gorrita puesta y su vista perdida y aun no se porque, pues es algo interior que surge, tal ves por una mezcla de impotencia y dolor, me acerque a él y le dije hoy a las 17 horas, vamos a trabajar, si lo que aprendí con el doctor Slavin sirve, hoy es el momento de probarlo, corría el 12 de diciembre de 1993. Ese día a la hora que habíamos pactado, debajo de un inmenso olivo en cual aun se encuentra el fondo de nuestro hogar, comenzamos la tarea, la cual no sabía ni como empezar, ni como resultaría todo eso, pues el doctor Slavin ignoraba si estaba en el país, y había perdido todo contacto con él, me encontraba perdido, solo me impulsaba mí Fe inquebrantable en Dios, mi amor incondicional hacia mis hijos, y mis fuertes deseos de ayudar a Nicolás a que supere su problema. A las 17 horas, del día 12 de diciembre de 1993, tomé contacto por primera vez, con algo que atraparía aun más mi atención y las ganas de investigar, aunque como conté anteriormente había tenido una experiencia con la energía sin saber lo que hacía ni sentir nada raro, pero esto fue totalmente diferente, al colocar las manos a una distancia aproximada de cinco centímetros sobre la cabeza de Nicolás, comencé a sentir en mis manos, sensaciones de dolor, acompañado de comezón y ardor, lo cual se acrecentaba al apoyar mis manos muy suavemente sobre el lugar afectado, al decirle a Nicolás lo que me ocurría, me comenta que era lo que el sentía constantemente durante todos los días, desde que le apreció esa enfermedad. Pero eso no fue todo, pasado 20 minutos, lo cual habíamos acordado trabajar todos los días, al levantar mis manos, pude observar que mis palmas estaban mojadas, por el líquido que habían expulsado montones de llagas que habían drenado durante la trasmisión de energía, al mismo tiempo que lo que sentía en mis manos desaparecía, Nicolás me decía que sus sensaciones habían calmado, al menos ese día, en ese momento. Así comenzamos a trabajar todos los días, a la misma hora viendo como poco a poco las llagas se iban secando, quedando ya para el 31 de diciembre, grandes costras de aspecto horrible, las cuales cubrían la zona afectada. Los primeros días del mes de enero de 1994, con una lupa y una Fe inquebrantable buscaba que emergiera debajo de esas cáscaras secas, algún vestigio del cabello, y para mí sorpresa a mediados de enero pude divisar, en los lugares donde habían caído las cáscaras secas, como aparecían los primeros puntos negros sobre el cuero cabelludo el cual de apoco se estaba cicatrizando, en ese momento abrace fuertemente a Nicolás, y le dije no se lo que estamos haciendo, pero es bueno, tus llagas se secaron, y están apareciendo, tus primeros cabellos, tengamos Fe. Para mediados de febrero, dos meses después de haber comenzado a trabajar con la energía, Nicolás tenía su cabellera completa, la cual aun tiene, quedándole unas muy pequeñas cicatrices casi imperceptibles, dos de las cuales se las hizo jugando, con su hermano al golpearse en una caída. Quiero aclarar nunca llegó a realizarse la biopsia.
Esto fue lo que terminó de decidir mi camino, y a cualquier costa, dar a conocer e investigar, las virtudes del uso de la energía, pero la técnica de Pranoterapia era compleja y demandaba tiempo antes y después de cada trasmisión. Dentro mío tenía la seguridad de que había algo más sencillo que lo que yo sabía, pero aun no había llegado mi tiempo, y a mediados de abril de ese mismo año, caminado por la calle pateo un papel, en cual da la vuelta y leo Reiki, Energía Vital Universal, lo cual me llamó la atención, teniendo ese mismo día, el encuentro con mi primer Maestro, tomando mi primer nivel el 14 y 15 de mayo de 1994, en el Centro de Terapias Alternativas, comenzando allí una nueva etapa en mi vida. Había encontrado un algo muy importante, pero no el todo de lo que estoy buscando, pues sabemos donde comienza esto, pero en realidad, no sabemos cuales son sus límites, que están, creo más allá de nuestra pequeña mente humana, la que puede aceptar solo aquello que puede verse o comprobarse a través de la ciencia, y aunque haga bien, es atacado o menospreciado, solo por no ser comprobado científicamente, por eso trabajamos día a día para mostrar sus beneficios lo cuales son muchos, solo comprobable hoy empíricamente. Luego de tomar mi primer nivel de Reiki, ese mismo mes de mayo tomo la decisión indeclinable de defender, difundir e investigar los efectos de la bioenergía sobre la vida de los seres, mientras seguía estudiando y capacitándome en varios frentes, comenzaba a dar mis primeras conferencias sobre Reiki en mayo de 1994, como profesor del Instituto de Investigaciones Humanas, las cuales eran publicadas en la página cultural de los principales diarios de la época. Tomando mi segundo nivel de Reiki, el O6 de julio de 1996, el cual me fue otorgado por la maestra Magdalena Vega. El 25 de octubre de 1997, tomo mi tercer nivel y ya en 1999, cursando durante todo el año, el la Escuela Argentina de Reiki, recibo el cuarto, quinto, y sexto nivel de Reiki, de mano de mi último maestro Claudio Marquez, convirtiéndome en maestro de las líneas Tibetana y Tradicional del sistema de Reiki Usui. A partir de ese momento, sentí la inmensa necesidad, no solamente de difundirlo, investigarlo, sino también enseñarlo, armando para ello un programa, el cual comencé a poner en práctica, a partir de 1999, manteniendo las líneas de enseñanzas recibidas, agregando además las teorías existentes al respecto, por lo menos para que el alumno tenga alguna mínima idea de lo que ocurre durante una trasmisión de energía, y enseñándoles a incorporar los cinco principios Reiki a sus vidas, como valores importantísimos de convivencia humana. A partir de año 2004, comienzo a dar cursos de Reiki en la Universidad Popular de la Boca, los cuales hasta el momento siguen en vigencia. En el año 2005 presento un proyecto al Hospital de pediatría Juan P. Garrahan, apoyado por la Universidad Popular de la Boca, la cual cedía sus instalaciones en forma gratuita, como era mi labor, y la de los maestros que me iban a acompañar, para llevar adelante la tarea de enseñar, y sintonizar de acuerdo a la técnica del doctor Usui, a los padres de los niños que sufren enfermedades terminales o de larga convalecencia, para proporcionarle una mejor calidad de vida durante el padecimiento las misma, y a los médicos y enfermaras que sentían la necesidad de aprender para colaborar con esa obra. Dicho proyecto fue acompañado, por la entonces vicepresidenta de la Universidad Popular de la Boca; el mismo presentado y recibido en la mesa de entradas del hospital Juan P. Garrahan, el día 14 de noviembre del año 2005, del cual nunca hubo ningún tipo de respuesta (se adjunta copia de la recepción de dicho proyecto). No teniendo como ya dije anteriormente, ningún tipo de respuesta, en el mes de agosto del año 2007, junto con la directora en ese momento de la Universidad Popular de la Boca, volvemos a presentar el proyecto, después de un año aproximadamente, es solicitada más información sobre el mismo, la cual fue entregada en julio del 2008, aclarando algunos puntos para que no haya abusos, pues era todo gratuito. Al no tener respuesta durante algunos meses, me comuniqué telefónicamente con la doctora encargada del tema, la cual respondió que ellos iban a realizar esa tarea, no sabiendo hasta el momento si se está llevando a cabo. Ante esto, durante el curso de este año 2013 voy a presentar nuevamente el proyecto, para ver si ésta vez es aceptado, pues más de una vez pienso, cuanto cuesta llevar adelante en este mundo, algo lo cual no mueve ningún interés material, sino el deseo ayudar a transitar, con una mejor calidad de vida, una enfermedad al niño que la padece y a su familia. Paralelamente a la investigación y a la enseñanza del Reiki, estos últimos años, me desempeñe como verificador en robo automotor y accidentes de tránsito, para estudios liquidadores de seguros. En el año 2009, soy convocado por Alta Capacitación Profesional, para capacitar como Maestros, a profesores de dicha institución lo cual acepté, llevando al grado de Maestro a varios de ellos, retirándome de la misma por propia decisión, a mediados del año 2011. Durante el mes de abril del año en curso 2013, me llega una nueva propuesta de Alta Capacitación Profesional para incorporarme nuevamente al cuerpo docente de la institución, lo cual acepté, dejando de apoco la tarea de verificador, dedicándome más de lleno a la tarea de atender, enseñar, e investigar las bondades de esta técnica, intentando enmarcarla dentro de la seriedad y el respeto que realmente se merece. Tendría decenas de casos para contar por mí vividos, que avalarían las bondades de la bioenergía, Reiki o como lo llamen, la cual actúa sobre los campos etéreos, equilibrando el cuerpo, la mente, el espíritu y por ende la emoción. Una persona equilibrada en todo los aspectos tiene más posibilidades de superar contratiempos. Y debemos recordar, que el Reiki armoniza, y nuestro trabajo es a nivel energético, no confundirse, el Reiki ayuda, pero no reemplaza ningún tratamiento médico, solamente acompaña, dando paz interior, aliviando el estrés, que tanto nos daña. Creo que el hombre debe detenerse, y prestar más atención a algunos fenómenos que ocurren, investigarlos para saber porqué se producen, y no negárlos por el solo hecho de no poder aun en nuestros tiempos ser comprobados en forma científica, Dios quiera la ciencia pueda algún día develar esto, lo cual va a ser de gran ayuda para la humanidad. Y recuerden siempre, que nadie es dueño de la verdad hasta que la ciencia no lo compruebe, ni tampoco es una mentira, porque existe algo que va más allá, de nuestra racional mente humana, que deja pruebas visibles de su existencia en muchísimos casos, llame como se llame, es buena, nos pertenece a todos, debemos investigar más sobre ella, para lograr beneficios mayores en su utilización, pues cuan importante es para la vida del hombre armonizar su cuerpo, su mente y su espíritu.